la dama… | microrelatos

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La miraba hipnotizado desde la ventana.

Ella le coqueteaba desde la acera.
Con las sutiles artimañas de las mujeres que se saben deseadas.

Fascinado con su presencia y con la forma en que la noche se hacía eco en su silueta, comenzó a escribir la más pura carta de amor jamás hallada.

Ella le abrazaba con la mirada.
Una mirada tan dulce como penetrante. Que le llegaba al alma.

Él, completamente desarmado.
Rogaba la paz de una tregua de cristal, mientras pasaba en limpio cada una de sus ideas en pequeños trazos que se fundían en una maravillosa e intrincada carta.

No la conocía.
No era necesario.

Había en ella algo que lo intoxicaba.

Una vez terminada la carta la selló con el monograma de su lacre
y la beso dirigiéndose a la ventana.

La abrió y se dejó caer.

Cinco pisos más abajo, esa hermosa y joven muerte, sonreía.

Con la dulzura inerte de esa desconocida y bella dama,
a la que había robado su cara.

 

 

 

*Imagen de JacobMeudtPhotography.com

la presa… | microrelatos

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Ese miserable y oscuro callejón,
era el lugar perfecto para terminar con su agonía.

La esperaba feliz, alerta,
con la adrenalina que late en cada amante de la caza al ver a su presa víctima de la ignorancia.

Hacía días que la seguía.
Semanas que la perseguía y meses que no dormía.

Los pasos retumbaban en las paredes del húmedo callejón,
latiendo en su pecho a un ritmo que el no conocía.

Estaba cerca. La sentía.

La calle deshabitada era el escenario perfecto para la obra que,
acto a acto,
en su memoria repetía.

Los pasos, cada vez más cercanos, palpitaban de vida.

Y cuando ella se encontró frente a la entrada del callejón, él se abalanzó;
en un movimiento tan siniestro como calculado,
tan felino como delicado.

Y tomándola rápidamente del cuello con sus manos,
la besó con pasión.

 
Hasta con amor, me animaría a decir.

 

 

 

*Imagen: «All About Eve» (1950). Dir.: J.L. Mankiewicz.

un viajero… | microrrelatos

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Una mañana lo dejó todo.

Salió de su casa sin mirar atrás, sin saludar, sin dudar, ni pensar.

Todo su pasado se había desvanecido.
Todo lo que había amado, todo lo que había conocido, alguna vez sabido,
se había también desvanecido.

Sólo una idea recorría su mente, anidando en cada caricia, cada gesto, cada beso,
cada momento que salvaba del olvido.

Su cuerpo, ágil en latidos, le recordaba, a cada paso,
que ya sabía su destino.

Y en ese momento supo, en el fondo de su corazón,
que no hay excusas para el amor.

El amor es la excusa, para todo lo demás.

 

 

 

A mi vickyta por haberme hecho sentir así hace 5 años.
Y porque hoy sigo sintiendo lo mismo.

penumbras… | microrrelatos

thailand
Una noche se despertó.
Después de un sueño casi eterno,
abrió esos tristes ojos presos de un amor perdido.

Sonámbulo hacia la ventana, con falsos pasos se movía,
mientras en su pecho retumbaban,
como ecos de otros tiempo,
vacíos latidos de emociones ya vividas.

Gritó con todas sus fuerzas.
Tanto que la voz no le salía.

Por eso nadie lo escuchó.

Sólo sus lágrimas testigos,
ese grito recordarían.

Sin embargo, a un océano de distancia,
una hermosa y triste joven
creyó escuchar, con un escalofrío,
el lejano y sordo “te amo”,
de un alma en agonía.

 

 

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ojos apagados… | microrrelatos

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No hablaba, no soñaba, no respiraba, no vivía.

Los diagnósticos se sucedían como las melancólicas notas de una triste melodía.

Los especialistas buscaban, en la falsa paz de su mirada,
algún indicio que demostrara que aún estaba con vida.

Ni siquiera él sabía que pasaba, tampoco sabía que sentía,
sólo sabía que en el vacío de su pecho una trágica y dulce sensación lo consumía.

Su corazón ya latía en otro cuerpo, un cuerpo que todos sus suspiros consumía.

Un nostálgico y hermoso cuerpo que volaba entre recuerdos en un avión con destino incierto.

Un avión que no se sabía si volvía.

 

 

el ángel… | microrrelatos

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Soñando sueños sin poesía se despertó con un ángel a su lado.

Nunca había visto un ángel en su vida, pero la paz que emanaba su luz lo envolvió como un encanto.

Mirándola a los ojos pidió tomarla de la mano.

Y así el ángel le enseñó a volar.

Le enseñó a mirar el mundo desde lo alto.

Le enseño a poner en perspectiva lo bueno y lo malo.

Le enseñó a cruzar océanos y a llegar más lejos de lo que jamás hubiera pensado.

Le enseño a entregarse en cuerpo y alma, a escuchar su corazón y a jugarse por amor, sin reparos.

Le enseñó las cosas que de verdad valen la pena y lo lindo que es amar.

Con amor sincero.

Ése amor que dura un poco más que la eternidad.

También le enseñó a soñar de nuevo.

Pero sueños de amor y de vida. Sueños con poesía.

De esos sueños que merecen ser soñados.

Hace un año que despierta, todos los días, con el ángel a su lado.

Y aún hoy, ellos siguen volando.

Mirándose a los ojos. Y tomados de la mano.

 

* Para mi vickyta, aunque ya hace bastante más de un año… (L)

 

Te amo che!

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La miró fascinado. Como se miran esas copas de fino cristal con las que se brinda despacio. La adoró en secreto, pero de inmediato. Atesorando su perfume en un recuerdo, que vuelve a él a cada rato.

Se sentía libre y abrumado. Se sabía presa y encantado.

Ella brillaba con luz propia, encandilando, con la magia de sus sueños, una vela que parpadeaba en otro tiempo. Otro mundo. Un mundo para ellos perfectamente creado.

Sin saberlo, él se fue soltando. Dejando entrar esa mirada que esperaba hacía años. Su voz lo acariciaba desde adentro, con la frescura dulce del otoño, que flotaba, entre hojas peso pluma, esa eterna noche, de un mayo tan soñado.

Él la recorría con ojos perdidos, ojos mendigos, que la miraban desde abajo. La miraban como se mira a quien se teme. Pero no por amor al temor.

Por temor al amor era en este caso.

Ya la sentía tan parte suya que la falta de recuerdos le era extraño. Como si se hubieran visto en otro momento, en otra vida, en otro otoño. En otro año.

Nunca sabría si por la fuerza del amor, sus caminos se habían cruzado, o si ellos, sin darse cuenta, estaban escribiendo su propio destino, con tinta color vino y tomados de la mano.

Lo único que sí sabía es que esa noche, al entregar su alma con un beso, se dio cuenta que la conocía desde siempre.

La conocía desde siempre, sin que nadie los hubiera presentado.

 

Para vickyta, el amor de mi vida.

 

cita a ciegas… | microrrelatos

 

La primera vez que la vio lo cautivó.
Tenía una luz única, especial.
Una luz que apenas unos pocos sabrían disfrutar.

La segunda vez que la vio el encanto fue aún mayor.
Estaba obnubilado por sus comentarios, sus historias, sus relatos.
La magia flotaba en la luz tenue de la noche y él se dejaba llevar.
Entregándose, en paz, a su encanto y serenidad.

La tercera vez que la vio creyó escuchar unos violines que le llegaron al corazón.

La cuarta vez que la vio, la miró con esos ojos con los que se mira cara a cara al verdadero amor.
La admiraba en silencio,
descubriéndola con sincera admiración.

A la séptima vez que la vio, hubo algo que no le gustó.
Encontró pequeñas diferencias que se hicieron gigantes la octava vez que la vio.

La novena vez que la vio, ya no la entendió.
Sentía que no estaban hechos el uno para el otro y juró no verla más.
Aún así, le dio otra oportunidad.

A la décima vez ya se hartó.

Era, sencillamente,
una película de mierda.

 

 

Cuento publicado en antología de microrrelatos de cine. (2011)

Cuento publicado en antología de microrrelatos de cine. (2011)