a un paso… | microrrelatos

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Su mente corría más que sus pies,
escapando con maña animal de las trampas del día a día.

Nada lo sacaba de su ensueño dramático, de la seguridad del recuerdo,
de cada paso.

Caminaba fuera de día, fuera de hora.
Presos de la inercia, sólo sus cansados pies latían de vida.

A un suspiro del asfalto, sintió el inesperado tirón de una mano en el abrigo.

A la realidad cayó de inmediato y al darse la vuelta, refresca su memoria en el vacío que lo sumergía.
Nadie cerca, ni siquiera a diez pasos.

Lo único que sintió fue el viento del camión que le rozó el costado.

Seguido de un sudor helado.

 

 

el don… | microrrelatos

eldon

 

Él tenía un poder único.

Algo que la humanidad entera hubiera deseado.

Tenía el don de generar los más vivos recuerdos y creerlos como si fueran ciertos.

Cada pensamiento, cada deseo, cada sueño, cada anhelo;
inmediatamente se veían transformados en la onírica pureza de un recuerdo.

Tenía incluso la libertad de descartar todo lo que no le fuera enteramente placentero.
De esta forma, vivía como suyos, miles de momentos;
que si bien nunca habían sucedido,
no dejaban de ser ciertos.

Así, inventando y creyendo.
Creando y sintiendo, todos sus recuerdos;
se dio cuenta que al final,
la vida no es más que un puñado de momentos.

Y que todos podemos vivir como queremos.

 

 

* Foto de thegospelcoalition.org

un viajero… | microrrelatos

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Una mañana lo dejó todo.

Salió de su casa sin mirar atrás, sin saludar, sin dudar, ni pensar.

Todo su pasado se había desvanecido.
Todo lo que había amado, todo lo que había conocido, alguna vez sabido,
se había también desvanecido.

Sólo una idea recorría su mente, anidando en cada caricia, cada gesto, cada beso,
cada momento que salvaba del olvido.

Su cuerpo, ágil en latidos, le recordaba, a cada paso,
que ya sabía su destino.

Y en ese momento supo, en el fondo de su corazón,
que no hay excusas para el amor.

El amor es la excusa, para todo lo demás.

 

 

 

A mi vickyta por haberme hecho sentir así hace 5 años.
Y porque hoy sigo sintiendo lo mismo.

el despertar… | microrrelatos

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Abrumado se despertó en esa cama.
Extraña, lejana.

La mujer de su vida aún dormía a su lado.

En la ventana empañada, el joven sol derretía el rocío de la madrugada.
No había recuerdos.
No había sueños.
Sólo el mareo de un nuevo despertar.
De una nueva mañana, de un nuevo comienzo.

Mientras se obligaba a dormir nuevamente,
encontró a sus hijos que le sonreían desde una instantánea.

De pronto se estremeció.
El recuerdo se hizo culpa y le paralizó el corazón.

Con el taladro de los “bips” monitoreando su alma,
cerró los ojos para siempre,
matando unas amargas lágrimas.

 

 

* Imagen de 4freephotos.com

penumbras… | microrrelatos

thailand
Una noche se despertó.
Después de un sueño casi eterno,
abrió esos tristes ojos presos de un amor perdido.

Sonámbulo hacia la ventana, con falsos pasos se movía,
mientras en su pecho retumbaban,
como ecos de otros tiempo,
vacíos latidos de emociones ya vividas.

Gritó con todas sus fuerzas.
Tanto que la voz no le salía.

Por eso nadie lo escuchó.

Sólo sus lágrimas testigos,
ese grito recordarían.

Sin embargo, a un océano de distancia,
una hermosa y triste joven
creyó escuchar, con un escalofrío,
el lejano y sordo “te amo”,
de un alma en agonía.

 

 

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ojos apagados… | microrrelatos

ojosapagados

 

No hablaba, no soñaba, no respiraba, no vivía.

Los diagnósticos se sucedían como las melancólicas notas de una triste melodía.

Los especialistas buscaban, en la falsa paz de su mirada,
algún indicio que demostrara que aún estaba con vida.

Ni siquiera él sabía que pasaba, tampoco sabía que sentía,
sólo sabía que en el vacío de su pecho una trágica y dulce sensación lo consumía.

Su corazón ya latía en otro cuerpo, un cuerpo que todos sus suspiros consumía.

Un nostálgico y hermoso cuerpo que volaba entre recuerdos en un avión con destino incierto.

Un avión que no se sabía si volvía.

 

 

la calle de la vida… | microrrelatos

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Una vez que se vio ante el hecho consumado, sólo pudo estudiar la forma de escapar a su pasado.

No encontraba la vuelta que necesitaba para frenar la vorágine de sus pensamientos.

Sólo veía el llanto de su abuela, que lo protegía como en un recuerdo.

Ya nada podía hacer, ya todo estaba planeado.

Entonces, como un fantasma del olvido, se perdió entre la gente.

Mientras tanto, en plena avenida,
llamada por la ironía «la calle de la vida»;
una masa de humanidad, rendía culto a su cuerpo en el asfalto.

 

 

mundo perdido… | microrrelatos

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Tenía un mundo propio. Perfecto.

Un mundo en el que sus deseos se veían satisfechos y sus principales miedos se perdían en las correntosas aguas de un río que venía del cielo.

Ése era su mundo.
Solitario. Privado. Imaginario.
Perfecto.

Un mundo en el que nadie podía hacerle daño, en el que nadie podía molestarlo.
En el que nadie, por más que quisiera o intentara, podía alcanzarlo.

Cada vez que la realidad le impactaba, que los más sutiles cambios de la vida cotidiana lo afectaban,
él se sumergía en su mundo.

Paseaba, conocía. Se maravillaba con las fabulosas especies y los paisajes de fantasía que su mundo le regalaba.

Pero sobre todo, la paz.
Éso era lo que más le gustaba. En su mundo se sentía en paz.
Vivía en paz. Era paz.

Después de unos minutos, o tal vez horas en el mundo real, él volvía.
Como si nada. Como si su viaje nunca hubiera existido.

Cada vez se retiraba más y más seguido a su mundo. A disfrutar los placeres que una naturaleza inventada había creado sólo para él.

La más pequeña excusa ya le era suficiente para empacar sus recuerdos y emprender el viaje perfecto a su mundo ideal.
La realidad ya poco le importaba, y volver a ella le era cada vez más difícil.
Como el regreso a clases de los niños tras unas largas vacaciones.

Así fue como un día, paseando por su mundo, se perdió.
Intentó, durante horas eternas, encontrar el camino de vuelta.
Pero la realidad estaba tan lejos,
tan inalcanzable,
que por más que se esforzara, nunca llegaba.

Por eso no volvió.
Y se quedó para siempre en su mundo de fantasía.

Un mundo propio.
Perfecto.

 

 

el ángel… | microrrelatos

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Soñando sueños sin poesía se despertó con un ángel a su lado.

Nunca había visto un ángel en su vida, pero la paz que emanaba su luz lo envolvió como un encanto.

Mirándola a los ojos pidió tomarla de la mano.

Y así el ángel le enseñó a volar.

Le enseñó a mirar el mundo desde lo alto.

Le enseño a poner en perspectiva lo bueno y lo malo.

Le enseñó a cruzar océanos y a llegar más lejos de lo que jamás hubiera pensado.

Le enseño a entregarse en cuerpo y alma, a escuchar su corazón y a jugarse por amor, sin reparos.

Le enseñó las cosas que de verdad valen la pena y lo lindo que es amar.

Con amor sincero.

Ése amor que dura un poco más que la eternidad.

También le enseñó a soñar de nuevo.

Pero sueños de amor y de vida. Sueños con poesía.

De esos sueños que merecen ser soñados.

Hace un año que despierta, todos los días, con el ángel a su lado.

Y aún hoy, ellos siguen volando.

Mirándose a los ojos. Y tomados de la mano.

 

* Para mi vickyta, aunque ya hace bastante más de un año… (L)