el caminante… | microrelatos

el_caminante

 

Un día como todos se despertó.

Y al bajar de la cama se dio cuenta que no podía tocar el suelo.

Sus dos pies pisaban,
firmes,
el aire.

Todos sus problemas, todos sus sueños y sus anhelos,
habían quedado a inalcanzables dos centímetros del suelo.

Todos intentaron ayudarlo a volver a poner los pies sobre la tierra,
pero cada paso que daba se elevaba un poco más;
haciendo, de lo firme, tan sólo un recuerdo.

A las siete de esa misma tarde ya le faltaba el aire.

Pero no le importaba.
Seguía caminando hacia el cielo,
sabiendo que,
con los pies sobre la tierra, es imposible llegar muy lejos.

A las 9 de la noche finalmente se asfixió.

Cayendo,
desde una altura indeterminable.

Con todo el peso muerto de su cuerpo.

 

 

*Imagen de tomorrowstarted.com

la presa… | microrelatos

lapresa

 

Ese miserable y oscuro callejón,
era el lugar perfecto para terminar con su agonía.

La esperaba feliz, alerta,
con la adrenalina que late en cada amante de la caza al ver a su presa víctima de la ignorancia.

Hacía días que la seguía.
Semanas que la perseguía y meses que no dormía.

Los pasos retumbaban en las paredes del húmedo callejón,
latiendo en su pecho a un ritmo que el no conocía.

Estaba cerca. La sentía.

La calle deshabitada era el escenario perfecto para la obra que,
acto a acto,
en su memoria repetía.

Los pasos, cada vez más cercanos, palpitaban de vida.

Y cuando ella se encontró frente a la entrada del callejón, él se abalanzó;
en un movimiento tan siniestro como calculado,
tan felino como delicado.

Y tomándola rápidamente del cuello con sus manos,
la besó con pasión.

 
Hasta con amor, me animaría a decir.

 

 

 

*Imagen: «All About Eve» (1950). Dir.: J.L. Mankiewicz.

el paseo… | microrelatos

el_paseo

 

Caminaba tranquila, con la paz de la omnipotencia.

Disfrutando, a cada paso, del sublime y celestial juego de la muerte.

Los chasquidos se sucedían,
imperturbables,
hipnóticos,
perfectos.

La vida se extinguía entre sus patas.

Transformando en pequeñas manchas,
esos desagradables y minúsculos humanos que encontraba en su camino.

Humano a humano, se limpiaba los restos de las patas como quien pisa mierda en una esquina.

Y seguía su camino,
tranquila,
todopoderosa.

No los quitaba, no los prevenía.

Tampoco los comía.

Sólo los pisaba.

Así caminaba por el mundo la hormiga gigante.

Matando simplemente por placer.

Como lo hacen las especies más evolucionadas de este planeta.

 

 

* Imagen de Mike Hudson – http://www.seriocomic.com