la plaza… | microrelatos

bench

 

Leía tranquilo, mientras un tibio sol de octubre se adueñaba de la plaza de San Marcos.

El viento lo peinaba con suaves caricias que se llevaban, brisa a brisa,
todas las presiones y las cargas de la vida de prestado; que vivía como un santo.

La voz de la anciana le robó el alma de un pedazo.

– Te importaría cuidarme el bolso, que voy al baño. –dijo con total naturalidad.

No supo si era el tono de su voz, o la paz que imponía su mirada,
pero en custodio del bolso se convirtió,
mientras la extraña señora se alejaba,
sencilla, pura, inocente.

Ya no podía concentrarse en su lectura.
Ese pequeño bolso se hizo dueño de la tarde mientras lo acechaba calmo,
a su lado.

Algo lo intrigaba, lo atrapaba.

El bolso era todo, el dueño de ese banco.
El rey de la plaza de San Marcos.

¿Qué misterios contendría?
¿Qué cosas maravillosas se encontrarían en su interior?
Su mente estaba perdida en el bolso,
investigándolo con toda la fuerza de su imaginación.

La gente, presa de la inercia cotidiana, pasaba de largo.
Sin notarlo a él, ni al bolso,
ni a su mágico encanto.

Cuando decidió volver a la lectura,
custodiando el pequeño bolso de reojo,
escuchó lo último que recordaría en vida.

Un fuerte silbido en el oído izquierdo,
que los demás tradujeron a un estruendo.

Ese estruendo que todos recuerdan como la terrible bomba,
que una tarde de octubre,
transformó la plaza de San Marcos
en poco más que un hueco.

 

 

*Imagen de 8tracks.com

 

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