Una mañana lo dejó todo.
Salió de su casa sin mirar atrás, sin saludar, sin dudar, ni pensar.
Todo su pasado se había desvanecido.
Todo lo que había amado, todo lo que había conocido, alguna vez sabido,
se había también desvanecido.
Sólo una idea recorría su mente, anidando en cada caricia, cada gesto, cada beso,
cada momento que salvaba del olvido.
Su cuerpo, ágil en latidos, le recordaba, a cada paso,
que ya sabía su destino.
Y en ese momento supo, en el fondo de su corazón,
que no hay excusas para el amor.
El amor es la excusa, para todo lo demás.
A mi vickyta por haberme hecho sentir así hace 5 años.
Y porque hoy sigo sintiendo lo mismo.